jueves, 2 de julio de 2009

EL CAPITÁN ETERNO

Juan Camilo Gallego Castro
jcamilogallego@gmail.com


Cuando el pibe Valderrama le dijo adiós a la Selección Colombia, Andrés Escobar recibió la cinta de capitán del entrenador Francisco Maturana por su caballerosidad, comportamiento, profesionalismo y gran personalidad que lo caracterizaba dentro del grupo.

Con solo 20 años, Andrés debutó con la camiseta verde en 1987, aunque jugó en el Young Boys de Suiza, su carrera con Atlético Nacional marcó su historial como deportista.

Fue pretendido por la Fiorentina y el AC Milan cuando se despidió un dos de julio de 1994 por razones inexplicables. Era Franco Baresi, zaguero del equipo milanista, uno de los grandes ídolos del “Calidoso” y el jugador que posiblemente iba a reemplazar el colombiano, ya que el defensor italiano tenía 35 años y su carrera estaba expirando.

Andrés Escobar Saldarriaga nació en Medellín el 13 de marzo de 1967, y en su corta carrera como deportista profesional (siete años), el “Calidoso” fue campeón juvenil en 1985 y campeón Sub-23 en 1987 con la selección Colombia. Con Nacional ganó la Copa Libertadores de 1989 y logró el campeonato nacional en 1991 con la camiseta verde.

Alguna vez, Santiago Escobar, hermano del “Calidoso”, dijo que “mi hermano siempre soñó con jugar en el fútbol internacional. En Colombia tuvo ofertas de algunos equipos, como América, Junior y Cali, pero era tan grande el amor que sentía por Nacional, que siempre rehusó pertenecer a institución diferente a su amado Atlético Nacional”.

Andrés jugó además, 49 partidos internacionales con la Selección Colombia, pero fue el encuentro ante Inglaterra en el estadio de Wembley el más importante, porque allí anotó el primer gol de sus 17 conseguidos en su corta carrera.

El “Calidoso” participó de la Copa América de 1989, jugó las eliminatorias y el Mundial de Italia 1990, además de la cita mundialista cuatro años más tarde.

Hoy se cumplen quince años del asesinato de Andrés Escobar, luego de jugar el Mundial USA 1994. Un autogol fue la causa directa e indirecta de su muerte, desastrozo e incomprensible que un juego termine con la vida de los ídolos, pero su muerte debe ser una lección para una nación que se dejó llevar por los medios de comunicación hasta llegar al fracaso, la muerte y la frustración.

Esa cinta que recibió como capitán aún se conserva en la memoria colombiana. El Caballero del fútbol conserva ese liderazgo y esa tranquilidad en las familias verde y colombiana, porque Andrés continuará en nuestra memoria para tener presente que el fútbol es un juego, un espectáculo y una expresión de la vida, no lo contrario.

ANDRÉS ESCOBAR, UNA GAMBETA A LA MUERTE

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